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El ocio está consumido por la política. Esto se ha manifestado en películas recientes como Barbie que se traducen como una oda a la progresía aboliendo conceptos que eran válidos para una sociedad tóxica y desigual. Y, aunque está bien que los miembros activos, esos que componen los pilares de la sociedad, visibilicen lo que pretenden que se suprima, esto anula el concepto de ocio para traer una atención sociopolítica y polémica. Películas como Barbie se camuflan bajo el espectro del ocio para normalizar un pensamiento que debe ser reforzado. Es un mensaje subliminal excepto que ya no es subliminal y se hace deliberadamente porque la agenda ahora ya no dicta la censura, sino las empresas a las que no les atraen ciertos temas. Es por ello que en las redes se censura lo que antes no era políticamente correcto para reservar la visibilización de estos mismos conceptos en un sandbox seguro. Es una manipulación mediática clásica donde pretenden que entres en su juego para decirte las reglas, y cuando salgas y veas los mismos casos que en el juego, apliques esas reglas porque te han obligado a olvidarte las que te impusieron durante la doctrina clásica de tu crianza. Y, en ciertos casos está bien, cuando se trata de erradicar la toxicidad generada por motivos históricos de base, visibilizando ciertos tópicos que surgieron con unas raíces en pensamientos que de base tenían fundamentos completamente irracionales y codiciosos. Es evidente que todo ser humano se siente bien socializando sin ningún tipo de discriminación hacia sí mismo, y esto parece ser necesario. Pero que sea necesario no deja de ser, no sólo codicioso, sino pedante.

Puedo hacer una lista larga de películas que han incluído en su ocio cualquier tipo de manipulación mediática, incluso de las maneras más sutiles. Aunque pretendas desconectar, siempre te vas a encontrar un choque de realidad en un show de ciencia ficción porque la actualidad, la sociedad y el márketing político es la referencia para tu ocio. Es el cánon del despertar de tu sensación de desconexión: ver, de lejos y de manera despreocupada, la realidad para poder juzgarla como si no fuera la que estás viviendo. Y, deliberadamente, esto pasa con Barbie.

Barbie puede ser un punto de inflexión para generar una revolución basada en la diplomacia de la agenda del bienestar, donde se tergiversen los conceptos de ocio para dar cabida a empresas independientes a imponer de manera persistente críticas sociales y normalizarlas como si fueran tu minijuego de RPG de ficción. Esta última parte, está dentro de la sección "inclusión forzada" de la agenda actual.

Y lo que más me jode de todo este concepto de despersonalización maquillada bajo críticas sociales enmascaradas sobre ficción es que cada vez abundará más en un entorno de ocio donde el único objetivo es despreocuparte con una historia ajena a la realidad, para encontrarte con que tu ocio rápidamente se vuelve una forma de generarte más opiniones a favor de la revolución social del 2020, y deja de ser lo que originalmente fuera, que era disociar de la realidad.

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