Entraremos en este tópico hablando primero de la libertad sexual. El mundo, en los últimos años, ha visto una revolución social a favor de la libertad sexual. La libertad sexual da poder y control a todo aquel que la ejerza: implica que eres libre de disfrutar tu sexualidad. En términos teóricos, da igual cómo juegues con tu sexualidad, todo acto relacionado con la vida sexual del individuo estará normalizada. Sin embargo, esto no es así, y se ha visto en casos del mundo real.
A pesar de que la libertad sexual es una característica activamente mantenida en el mundo actual, las consecuencias no han evolucionado. Cuando hablamos de evolucionar, nos referimos a adaptarse al entorno. Es decir, las consecuencias y la interpretación de los actos relacionados con la vida sexual no han variado, pudiendo verse en estadísticas un porcentaje constante de agresiones, odio y discriminación tanto por ejercer la libertad sexual para a: elaborar la personalidad del individuo, o b: para involucrarse en actos sexuales no íntimos. Estas agresiones suceden porque no hay naturaleza moderna que cambie la forma de percibir instintivamente el entorno de un individuo, cuando las raíces de sus instintos han desarrollado una ética y cultura universal inalterable que ha definido las posteriores culturas. Por desgracia, suceden los movimientos de contracultura donde se han impuesto doctrinas a favor de la abolición de las jerarquías para definir nuevas costumbres e implementar en nuestro raciocinio un pensamiento que rompa los roles sociales aunque hayan sido producto de una adaptación sociocultural cuyo padre de ello es el autoconocimiento de nuestros instintos. Estos roles sociales promueven el desdén hacia el ser humano proponiendo conceptos y valores morales y éticos que cogen un desvío de la evolución natural del ser humano a favor de la ética occidental, para que las siguientes generaciones se desarrollen evitando el instinto de supervivencia sustituyéndolo por un instinto de adaptación metropolitana acompañado de la ética que con ello instruye. Este pensamiento es acompañado por una desclasificación de lo atípico en la sociedad, así como su normalización.
En el pasado, las sociedades no se componían por grandes masas de gente, sino que eran pequeñas colonias de gente que se apoyaba los unos a otros por su propia supervivencia. Aún en los principios de la industrialización, hace 4800 años, donde se empezaban a definir jerarquías para adaptarse al entorno moderno, la civilización no se expandía a puntos donde el ser humano no era capaz de prestar ayuda o presentarse físicamente junto a otro ser humano, pero sí utilizar las tecnologías de aquel entonces para hablar con él. Hablamos de cartas y de la práctica epistolar. La tecnología actual ha permitido el distanciamiento de las colonias para facilitar la homogeneización cultural. El ser humano no está hecho para la socialización en masa. Esto se puede ver en casos prácticos, donde grupos de mil personas se fragmentan en grupos de diez, veinte o cincuenta para apoyarse entre ellos. O, en los videojuegos, donde las incursiones de treinta personas son divididas en grupos de seis, con sus jerarquías elaboradas tanto por la supervivencia de sus integrantes como para su eficacia. Julio César no se equivocaba al decir "divide y vencerás".
El utlizar una doctrina moderna para juntar todas las sociedades y culturas en una única sociedad cuya ética está regulada legislativamente a favor de la seguridad y el bienestar de la ciudadanía es un atentado a la naturaleza humana, y la conducta humana instintivamente recurrirá antes a su naturaleza para marcar lo contrario. Podemos analizar esto en resultados probados, donde en las redes de socialización en masa actuales (X, Facebook, Discord, etc.) se generan escenas, comunidades o sociedades de gente que comparte un pensamiento común. Este pensamiento común es lo que forma una sociedad rudimentaria, que puede expandirse jerárquicamente o permanecer como una colonia, donde independientemente de su evolución desarrollará una cultura, única en su sociedad. Esta cultura puede entrar en conflicto con la cultura de una sociedad completamente ajena dentro del mismo espacio. Se produciría un choque cultural, o, extrapolándolo a sociedades convencionales, un choque de civilizaciones, debido a las tensiones que surgen cuando diferentes grupos con distintos valores, creencias y prácticas interactúan entre ellos.
La homogeneización cultural, a largo plazo, intenta obtener la libertad y el individualismo. La libertad no trae poder. El ser capaz de realizar acciones que anteriormente fueron restrictivas por motivos culturales, políticos o éticos no da poder a quien antes no tenía, sino una forma alternativa de realizar tareas existentes bajo un marco de competitividad sobre los que tienen el poder de hacer lo que otros no. Este cambio de manera legislativa es necesario porque garantiza el margen del individuo de realizar acciones humanamente posibles, pero, en el ámbito tradicional, fomentan la fragmentación de un equipo para sustituirlo por un entorno competitivo y poco saludable para una sociedad. Por ejemplo:
- En un núcleo familiar tradicional se promueve el trabajo en equipo, donde uno provee los recursos para la familia y otro provee el hogar. Las libertades y el instinto ético actual, tras promover el individualismo enmascarado en igualdad de género, rompe el esquema de supervivencia que ha estado funcionando desde el raciocinio humano, haciendo que ambos sean proveedores de recursos pero ninguno de hogar, cayendo a un núcleo familiar inestable a largo plazo de manera innecesaria.
- En la vida sexual tradicional predomina la intimidad y el disfrute colectivo. El individualismo antepone la autocomplacencia en el individuo sobre actos naturalmente exclusivos al compañero correspondiente de su núcleo familiar, haciendo que la intimidad genere menos placer que el que se da uno mismo de forma ociosa.
La libertad legislativa no es la libertad que uno se puede dar de forma natural y esperar a no estar fuera de la norma. Para ello se intenta imponer la homogeneización cultural y con ello una fragmentación moderna de las identidades que propulsan el individualismo y la desclasificación de las personalidades a favor de una composición social que pretende alterar las raíces humanas. El ser humano, por naturaleza, responderá con rechazo a lo que encuentre fuera de la norma por su propia supervivencia, así como cuando de manera instintiva un ciudadano mira y analiza su entorno, u observa aunque por unos instantes a quien esté pasando por su lado en la calle. La homogeneización cultural impulsa, por ejemplo, la desclasificación de culturas y la unión de estas como parte de la inclusión globalizada en territorios aislados unidos hace menos de 150 años a través de pactos y alianzas geopolíticas. Por ello, aunque en tu mente resuene que es lo correcto, en paralelo discriminarás a quien tenga una vida sexual fuera de la norma tradicional porque no es el objetivo de un miembro de un núcleo familiar el reproducirse con otros núcleos familiares por ocio, por lo que no es la norma; o serás más reacio a juntarte con personas que sabes que no son de tu territorio. Y si no lo eres, posiblemente tú estés interiorizando la cultura de su territorio antes que la tuya, por ser víctima de la homogeneización cultural. Esta ha sido una tendencia mayor en las nuevas generaciones que en las antiguas, donde gente de territorios con un fuerte vínculo cultural se juntan con gente de territorios vulnerables por la predisposición al abandono del vínculo de su cultura para asociarse a la cultura de una sociedad culturalmente estable, independientemente de su ética.
Asimismo, las tradiciones no deberían ser menospreciadas dado que todas parten de un factor común que todo ser humano obtiene, que es su instinto. Las libertades culturales sólo deben ser otorgadas para no vulnerar los derechos indispensables de todo ser humano de hacer lo que humanamente sea posible, no para fragmentar equipos a favor de la explotación de las máximas posibilidades de las libertades. Así como en el presente la IA está siendo explotada para hacer absolutamente todo, en el futuro se posicionará de manera estratégica y tendrá lugar en trabajos concretos, a pesar de que pueda hacer muchas más tareas de las que tendrá asignada. Y esto no será una discriminación ni una restricción de sus capacidades, será una asignación de roles proporcionada para el beneficio de una comunidad más que una discriminación. La IA no es un ser vivo sino una herramienta, por lo que podemos ver de manera objetiva la conducta que se impone bajo el marco de la filosofía contemporánea sin percibir una discriminación, estableciendo símiles con los seres humanos para darnos cuenta de que las libertades no son el poder, y que abusar de ellas no traerá más que decadencia.

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